viernes, 2 de abril de 2010

EL CAFÉ DE LA MAÑANA


Texto: James Hoffmann

Tengo una confesión que hacer: De una manera muy esnob, solía odiar la idea de que un café es para «después de la cena» o la «taza por la mañana». Pensaba que era una de esas formas realmente estúpidas de vender café (como cuando en los supermercados utilizan la palabra "fuerza" para indicar cuán oscuro es el tostado).

En recientes conversaciones alguien me ha dicho que le encanta un cierto tipo de café, pero no el primero en la mañana. Tal vez a media tarde, en su lugar. Al principio no entendí. Mi mente muy estrecha asumió que el buen café era buen café y que la rotación de la Tierra en relación con el Sol no debería tener mucho impacto en cómo ese café, mi lengua y mi cerebro han logrado algo.

Recuerdo una vez que estaba haciendo una degustación de expreso para una revista de vinos hace un año o dos. Probamos los expresos a ciegas (nos traían los cafés rápidamente a nuestra sala desde la de los tostadores, preparados [los cafés] en sus propios equipos tras la puerta). Estaba emocionado por probar cafés como esos junto a otros catadores profesionales, y recuerdo mi frustración cuando el periodista preguntaba qué café iría mejor con pastel de chocolate o cuál sería mejor después de la cena. «¡Esto es irrelevante!», pensé, «¡quiero hablar sobre cómo saben estos expresos! Quiero hablar acerca de que proceden de cafés verdes, limpios y sabrosos, acerca de que han sido inteligente y cuidadosamente tostados». Pero no estaban interesados en eso.

He escrito antes que a veces los cafés independientes están tan desesperados por no parecerse a las franquicias que ocasionalmente desperdician algunas ideas y conceptos que las cadenas utilizan de manera muy eficaz (tras haber gastado mucho tiempo y dinero investigando y desarrollándolos). Sé que muchos de nosotros, en la industria del café, estamos conscientes de que bebemos café con una mentalidad algo diferente de la mayoría de las personas, y que compramos café también de una manera diferente.

¿Se devalúa una gran variedad particular, un café de finca, justamente al decir que es excelente para el desayuno? Si decimos que es una grandiosa taza por la mañana, ¿nos perdemos una oportunidad de decir que es una reliquia bourbon, miel en el proceso del café, parte de sólo un lote de 10 bolsas o que tiene sabores realmente agradables a manzana y uvas rojas? ¿Cuál es la parte más importante de información para la mayoría de los consumidores? ¿Cómo van a disfrutar de esa empaque de café? He hablado antes de cómo el tamaño de la promesa que hacemos está vinculado a la velocidad con que ganamos la confianza del consumidor; pero ¿qué pasa cuando perdemos el control de cómo se elabora el café?

Recientemente me he dado cuenta de que a menudo hablo sobre café de manera diferente, basado en mis propias decisiones. Hay algunos cafés que apenas requieren un poco de compromiso intelectual (son desafiantes, interesantes y dignos de discusión). También hay cafés que bebo cuando no quiero pensar en ello, sólo quiero quedar satisfecho y tener una simple y deliciosa taza. En lugar de hablar acerca del café de la mañana, ¿hay algún valor [o medida] para hablar más acerca de por qué puede apreciarse un café en la mañana, para enfatizar el sabor/la parte sensorial más que la parte ritual?

Y por último: ¿Cuál es su café favorito para beber alrededor de mediodía y por qué?
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FUENTE:
http://www.jimseven.com/2009/01/18/morning-coffee/

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