viernes, 4 de febrero de 2011

OTRA VEZ EL CAPUCHINO...


Hace poco leía un artículo de James Hoffmann sobre el capuchino. En él hablaba de algunos mitos que hay en torno a esta bebida y de ciertos errores a la hora de «conceptualizarla». Por ejemplo, el mito clásico del nombre: Está muy extendida la creencia (al menos en un libro sobre café leí esta) de que la denominación capuchino (cappuccino en italiano) se relaciona con la capucha de las túnicas de los monjes capuchinos. Explica que no, que no es así, que viene de kapuziner, nombre de una preparación vienesa del s. XIX debida al color, que —ahora sí— recordaba las túnicas de dichos monjes (OJO: El color, no la capucha).

El otro mito que nombra —y que es el que me llevó a escribir esta nota— es, según Hoffmann, moderno (aproximadamente años 50); se refiere a la idea de que un capuchino es 1/3 de expreso, 1/3 de leche y 1/3 de espuma de la leche. Entonces cuestiona con razón: «Si un expreso sencillo tiene 25 ml, ¿quiere decir que en total un capuchino tiene 75 ml?».

Digo que me llamó la atención porque yo también caí en este error; en una entrada anterior sobre el capuchino lo definía así, apoyándome incluso en el Istituto Nazionale Espresso Certificato. Es un fallo de lectura, ya que se sabe que un capuchino posee entre 150 y 160 ml; luego, hablar de «la regla de los tercios» (como la llama el campeón barista) es una incongruencia grandísima.

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Pueden leer el artículo (en inglés) aquí.